Envejecer en México tiene un significado de tragedia. Y
peor aún si se es mujer, indígena o se vive en estados con mayor grado de
pobreza, o si se sufre de alguna incapacidad física o mental. El sombrío
panorama que se avizora al rebasar los 60 años de edad y que aumenta luego al
cumplir los 65 años cuando de plano y de manera oficial se llega a la tercera
edad, tiene que ver con el desempleo total, la pobreza, la escasez de servicios
de salud, la carencia de actividades educativas, el abandono familiar, la discriminación,
el no tener acceso a vivienda y servicios públicos dignos e incluso, lo peor, sin
la garantía de alimentación.
Este es un futuro que nadie quiere pero que terriblemente
alcanza ya a más de 12 millones de mexicanos que han llegado a la vejez. El
Instituto Nacional de estadística y Geografía (INEGI) señala que del total de adultos
mayores que hay en el país, 53.9 por ciento son mujeres y 46.1 son hombres.
Esta situación irá en aumento en México y en la entidad en virtud de que las
proyecciones demográficas apuntan hacia un crecimiento sostenido de la
población de la llamada tercera edad y que requerirá de servicios y bienes, así
como del ejercicio pleno de sus derechos.
Investigadores, organizaciones de protección al adulto mayor y hasta instituciones gubernamentales, aceptan las deficiencias para dotar de servicios y garantías de vida digna a la cada vez mayor población de adultos de la tercera edad, especialmente por el contexto de económico adverso en el que se vive desde hace décadas. Sin embargo, la problemática del envejecimiento de la población se ha convertido en un motor de discusión y preocupación multidisciplinaria que llega a los diferentes actores sociales, e incluso inquieta a las universidades e investigadores que buscan dar respuestas adecuadas a esta situación cada que cada vez más perturba a quienes llegan a la tercera edad.
Uno de los problemas que enfrentan los adultos mayores son las enfermedades degenerativas. FOTO: OBTURADOR.MX/Verónica Ramírez
Antes deben superarse prejuicios y estereotipos. Hoy,
en medio de una sociedad dividida por En medio de una sociedad en la que la
división intergeneracional es marcada en todos lados. Ya casi nadie o muy pocos
jóvenes y niños, suelen acercarse a los ancianos debido a que en la
colectividad se ha formado una brecha general en la que la juventud y niñez
está optando por acercarse sólo a contenidos digitales y tecnológicos, además
de situarse la percepción de que todo tema y aspecto de la vida diaria que no
es actual, debe desecharse y que los valores que deben predominar sobre todo lo
demás son el dinero y la juventud.
La sociedad está operando a la en forma adversa. La
tendencia nacional y prácticamente a nivel internacional es que son cada vez
serán menos los jóvenes y más la gente mayor y de la tercera edad. La esperanza
de vida aumenta, especialmente en los centros urbanos. No hay más salidas:
caminamos hacia una sociedad en la que la presencia de la gente envejecida será
mayor y su peso provocará cambios sustanciales en las relaciones dentro de la
sociedad, tanto en la toma de decisiones de políticas públicas, en aspectos
legales y, sin duda, en las variables económicas y sociales, coinciden
especialistas.
Las cifras no mienten. De acuerdo con el Diagnóstico
Socio-demográfico del Envejecimiento en México elaborado por el Consejo
Nacional de Población (Conapo), para 2020 la cifra de ancianos mexicanos se
incrementará y puede rebasar los más de 11 millones y de seguir así en 2050
casi una tercera parte de los mexicanos tendrá 60 años de edad o más. Esto es
lo que llamamos, dice el investigador con maestría en Antropología Social, José
Luis Castrejón Caballero, el “envejecimiento demográfico” que no es otra cosa
que el cambio de estructura de la pirámide poblacional que se expresa en un
mayor peso porcentual de las personas de mayor edad.
Nos estamos convirtiendo en una sociedad de viejos y
para cualquier sociedad en proceso de envejecimiento, asegura el estudio de la
Conapo, un desafío mayor viene aparejado a las necesidades de salud y de
bienestar, ya que el incremento en la población en edades avanzadas eleva los
niveles de riesgo y fragilidad. “En el caso de México, y en general de América
Latina, este reto presenta además las connotaciones del subdesarrollo Es una transición epidemiológica que avanza con mayor
velocidad e ímpetu que la creación de los recursos necesarios para
enfrentarla”, reconoce la investigación.
Y un detalle más no
podemos unificar a todos los adultos mayores en una sola categoría de carencia
de algún o algunos de sus derechos más elementales. No es lo mismo envejecer en
Nuevo León que en Oaxaca o en Chiapas, ni tampoco es lo mismo sería arbitrario
ser hombre o mujer, ser indígena o habitar en una de las grandes ciudades del
país. Autor del ensayo “Condiciones de vida y salud de la población mexicana
adulta mayor: desigualdades por edad, etnicidad y género”, Castrejón Caballero
establece que el proceso de envejecimiento de la población presenta
características disímiles.
Participante del
seminario Vejez, Salud y Sociedad en
México Aproximaciones disciplinarias desde perspectivas cuantitativas y
cualitativas, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, el
especialista explica que existen diferentes escenarios demográficos por
entidad, por pertenencia étnica, de género. Por ejemplo, cita el hecho de que
entre los indígenas el promedio de vida es de poco más de 67 años, mientras que
para el resto es de 71 años; la tasa de nacimientos por pareja es de casi
cuatro y para los habitantes de ciudades es de tres, la tasa de mortandad
infantil entre la población indígena es de 48.3 por cada mil nacidos vivos,
pero para el resto es de 28 contra mil.
Ello se muestra, dice, que hay al menos dos escenarios demográficos
claramente definidos, pues mientras en el indígena encontramos una población
más joven, con mayor mortalidad, mayor fecundidad y menor envejecimiento, en
contraparte encontramos una población con baja mortalidad, baja natalidad y una
estructura por edad en acelerado proceso de envejecimiento. A esas
características, agrega, hay que considerar que la población indígena enfrenta
las peores condiciones de vida.
Y si comparamos la situación de las mujeres de la tercera edad contra
los hombres en vejez igual hay diferencias. Estas distenciones se manifiestan
en los ámbitos de la vida cotidiana y los roles del hogar, en la educación, en
la esfera laboral y hasta en los cargos de dirección o de elección,
desigualdades que propician que sigan o tomen un curso diferente unos y otras
en el último tramo de su vida en un esquema
o entorno más problemática para las mujeres, cuya esperanza de vida es
mayor, debido a las variables de acceso a la salud, bienestar económico y
relación familiar.
Y otra de las diferencias que hay en la geografía demográfica es la
variación en el tipo de enfermedades o patrón epidemiológico, pues el nuevo
común denominador entre la población de adultos mayores son las enfermedades crónico-degenerativas e
incapacitantes, cuando el patrón anterior eran los padecimientos
infecto-contagiosos. Este cambio, agrega el especialista, tiene implicaciones
económicas y sociales de alto impacto. Ello por el elevado costo de los
tratamientos y la cada vez mayor necesidad de apoyo familiar debido al
impedimento de las personas de la tercera edad para realizar actividades de la
vida diaria.
El Coneval estima que en
el país de los más de 10 millones de adultos mayores el 43% de ellos no ejerce
sus derechos sociales, o carece de ingresos para subsistir dignamente.
Las cifras del INEGI prevén que para el 2030 la
población de adultos mayores supere al segmento de habitantes mexicanos menores
de 15 años de edad. La pirámide se irá invirtiendo y el reto estará en
garantizar a millones y millones de personas ancianos una vida digna y plena,
para lo cual no sólo se necesitarán fondos económicos, sino políticas de largo
alcance y enfoques multidisciplinarios, además de la formación de recursos
humanos. Solo por ejemplificar: en la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza
de la UNAM se aprobó recientemente la licenciatura en Desarrollo Comunitario
para el Envejecimiento, lo que nos indica que esta nueva carrera será
indispensable en el futuro cercano.
La Organización de Estados Americanos (OEA) planteó en
2015 la necesidad de pasar a la acción en toda la región y para ello elaboró la
Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las
Personas Mayores, instrumento que hasta ahora México no ha firmado o
ratificado. Activistas, especialistas, organismos no gubernamentales y
representantes de la tercera edad han exigido que el gobierno mexicano firme y
ponga en práctica los preceptos que emanan de esta legislación internacional y
que permitirán que el país avance en garantizar a este segmento de la población
el disfrute y vigencia de sus garantías desde la perspectiva de los derechos
humanos.
Organizaciones como el Instituto Mexicano de Derechos
Humanos y Democracia han llamado a crear una base social para exigir al
gobierno mexicano la firma inmediata de convención planteada por la OEA, la
cual afirman sentaría las bases para garantizar el acceso y reconocimiento de
los derechos humanos de los adultos mayores y que, de acuerdo con organismos no
gubernamentales, armoniza con el espíritu del Artículo 1 de la Constitución
mexicana, pues establece que la persona mayor tiene los mismos derechos humanos
y libertades fundamentales que otras personas, incluido el non verse sometida a
discriminación por su edad ni a ningún tipo de violencia-
El instrumento de alcance internacional y que obligaría a México ante la comunidad internacional a garantizar a los adultos mayores el disfrute de una vida plena, independiente y autónoma al contar con servicios de salud, cultura, cuidados preventivos, seguridad, justicia, educación, trabajo y pensiones dignas. Por lo pronto ya lo han ratificado otras nacionales como Uruguay, Brasil, Chile Argentina y Costa Rica, mientras que en México apenas se han dado los primeros pasos luego de que el Senado de la República pidió a la Secretaría de Relaciones Exteriores analizar y, en su caso, proponer al Ejecutivo la conveniencia de firmar la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores.
Organizaciones internacionales han solicitado a México firmar un tratado internacional para proteger a los adultos mayores. FOTO: OBTURADOR.MX/Verónica Ramírez