¿Cuáles son los principales delitos en
México? ¿La corrupción dentro del Gobierno o el robo de gasolina? O mejor aún,
¿el tráfico de facturas falsas? Y a estas preguntas se eslabona otra más ¿Qué
es mejor? ¿Perdonar o castigar a los culpables? Todos esperamos no estar ante
el dilema de saber si aplicar la ley es un pretexto para la impunidad, o bien
si al presidente Andrés Manuel López Obrador le falta experiencia, decisión,
valor para acabar lo que ha comenzado y dejar de dar absoluciones
extrajudiciales.
¿Cuál es el delito que se podría
considerar que es el mayor problema de México?: la siguiente es una lista que
podría considerarse: la corrupción en todos los niveles; la corrupción en el
mismo gobierno que llega a ser de 3 billones de pesos en la Federación y los estados
por año; la evasión fiscal con 2 billones de pesos al año; el tráfico de
facturas falsas y las empresas fantasmas; el fraude en las aduanas; el outsourcing
que roba a los trabajadores y al IMSS, o bien el tráfico de drogas con 125 mil
muertos por sexenio.
La corrupción dentro del Gobierno ha hecho que vivamos bajo gobiernos dirigidos por la delincuencia organizada, desde matanzas como la de Aguas Blancas, Tlatelolco, Acteal, Los 43 de Ayotzinapa y los miles de desaparecidos, ineficaces y corruptas corporaciones policiacas, o incluso vemos a la policía misma robando pistola en mano en todo el país, que es la expresión del porqué de la inseguridad en todo el país; la venta de plazas, los aviadores, los sueldos desproporcionados, el cobro de moches por obras o presupuestos, entre otros.
Por lo que hace al robo de gasolinas hay
que empezar por decir que Pemex fue el soporte del crecimiento de la economía
mexicana por décadas, pero fue saqueada a más no poder, solo tenemos que
entender algunos datos: los gasolineros robaban al comprar gasolina sin pagar
impuestos, y sin controles volumétricos; robaban al incrementar el precio por
los gasolinazos; robaban al entregar litros incompletos sin miedo a ninguna
sanción.
Y ahora roban al limitar el abasto del
combustible y la solución es muy simple: no tienes controles volumétricos,
acabas de perder la concesión por robar el combustible y un bien de la nación,
de tal manera que como es una cuestión de seguridad nacional, te hago una expropiación
de la gasolinera. Pero se teme hacerlo por los intereses que se afectarían.
Respecto al tráfico de facturas falsas se
calcula que el daño llega a dos billones de pesos al año, pero otras cifras nos
dicen que el robo de los impuestos es del 7% del Producto Interno Bruto, el
cual es de un trillón 50 mil millones de dólares, así que las cifras calculadas
se quedan cortas.
Frente a esto llegamos a un punto en el
que lo lógico ya no tiene sentido, ya que las acciones del gobierno que
pudieran ser las correctas, pero están mal enfocadas que resultan
contraproducentes, la necedad de un solo hombre, va a llevar las cosas de mal
en peor y esto es irreversible porque llegamos al dilema de perdonar o castigar
a los culpables.
¿Quién le dio la facultad a López
Obrador de perdonar a los ladrones que han saqueado al país? Si él mismo dice
que nadie está por encima de la ley, debería poner a alguien que sea honrado
para que aplique la ley en toda su fuerza y firmeza, pero de pronto nos dice
que a él no le gusta la venganza, pero insistimos esto no es una cuestión que
él pueda decidir luego de que tuvo la suerte de recoger el hartazgo de la
población con la corrupción misma y llegar a la Presidencia.
A López Obrador le falta experiencia,
decisión y valor para acabar lo que ha comenzado, pues dentro de su lógica puedes
ser un criminal absoluto, pero si estas dentro del círculo de los arrepentidos ya
has sido perdonado, como lo han sido el ex gobernador Manuel Velasco, Marcelo Ebrard,
Elba Esther Gordillo, Luis Videgaray, carlos Romero Deschamps, Aristónteles Núñez
y los que siguen. Sin embargo, el presidente Andrés Manuel López Obrador debe
darse cuenta de que no existe el crimen sin castigo, ya que se va a repetir una
y otra vez, si no existe el castigo, no hay ningún combate al crimen y ni a los
criminales.